Siervas
Ilustres
-Sor Florencia Janer
-Sor Dositea
Andrés
-Sor
Perfecta Temiño
-
Sor Blanca Amo
-
Sor Antonia Guerra
Catedral de Zamora
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Siervas Ilustres: Sor Dositea Andrés
SOR DOSITEA ANDRÉS. SIERVA ILUSTRE.
(Presentación Power Poin)
Agradecimientos
y homenaje ante el consistorio del #Ayuntamiento de
Zamora y a la prensa del # QR Code de #Sor Dositea
Andrés Marín. 12 de Junio de 2022.
VIDEO. Yolanda Marcos. Instituto Chestano Ricardo Marín
VIDEO.
Pablo Novo. Concejal de Barrios de Zamora
PLACA
EN HONOR DE SOR DOSITEA. Artículo Bandú - Cheste pdf
Sor Dositea, nació en Cheste, Valencia el 7 de mayo de 1863.
Ingresó en la Congregación de Siervas de María Ministras
de los Enfermos el 24 de diciembre de 1891. Su vida transcurrió
con sencillez y espíritu de servicio por las comunidades
Ponferrada, Astorga, Nava del Rey y en noviembre de 1903
llega a Zamora, donde continuará con sus ministerios al
lado de los enfermos hasta que la epidemia de gripe que
asoló a España, le sorprendió en el 1918, falleciendo contagiada,
dando su vida en el cuidado caritativo al lado de los enfermos.
Al ser Zamora una ciudad tan castigada por la epidemia gripal
de 1918, las Siervas de María se multiplicaban por atender
a los afectados, que eran principalmente las clases humildes,
mal alimentadas y con peores condiciones en las viviendas,
siendo los niños y jóvenes, los casos de mayor incidencia
y mortandad.
Sor Dositea destacó en su atención a los soldados afectados
por la gripe, destinados en el “Castillo” de Zamora. Dos
Hermanas fueron destinadas para esta misión: Sor Dositea
Andrés y Sor Perfecta Temiño. La acogieron con extraordinaria
alegría. No pasó desapercibida esa alegría tan especial
a la Madre Superiora: ¡Qué contentas van Uds.!”. “Sí, Madre
sí, muy contentas”. Y luego, camino del Castillo, no muy
distante, se decían entre ellas con santa emulación: “¡Vamos,
vamos a buscar el martirio!”. Allí derrochan paciencia,
reparten cariño,- descansan sólo cuatro horas al día- consiguen
que sus enfermos, raros y difíciles, tomen sus alimentos
y medicinas. A Sor Dositea, las fuerzas le flaquean. No
puede más. Está herida de muerte. El 30 de septiembre de
1918, víctima de la enfermedad que trataba de curar y aliviar,
fallecía esta ejemplar religiosa, muy admirada y querida
por todos los afectados, que veían en ella su único consuelo
y remedio. No le preocupó nunca perder su vida, con tal
de ayudar al prójimo necesitado.
Su fama se extendió por todo Zamora. La prensa de la ciudad
al relatar su muerte, habló de la “heroína y ejemplar Sierva
de María, Ministra de los Enfermos”. Su afán era servir
siempre a los más pobres, a los enfermos, a los marginados...
“porque no sirvo para otra cosa”, decía.
El Ayuntamiento de Zamora, en aquel año, conmemorando y
reconociendo su sacrificio heroico, erigió una lápida recordatoria
sobre su tumba funeraria donde se lee:
“Contiene esta sepultura los restos mortales de la Sierva
de María, Sor Dositea Andrés Marín, Ministra de los Enfermos,
que sucumbió el día 30 de septiembre de 1918, asistiendo
a los epidemiados militares en el Castillo de esta ciudad.
El Excmo. Ayuntamiento de Zamora, admirando su sacrificio
heroico, le dedica este humilde recuerdo, para que sirva
de ejemplo cristiano la mártir que consciente de su sacrificio
caminó siempre entre una irradiación esplendorosa de virtudes,
de luz genitor, amante del cielo. Respetad la paz de la
tumba, elevando una oración por su alma y vigorizar vuestra
fe ante su martirio admirable”.
También le dedicó el Ayuntamiento, una de las calles de
la ciudad a Sor Dositea, la misma calle donde está el convento
que hasta el año 2005, han habitado las Siervas de María.
Cuán lejos estaba ella de averiguar que su muerte iba a
ser capaz de hacer vibrar a la ciudad entera. Ella se consideró,
poca cosa, supo dejarse llevar por Dios. Y El la halló digna
de Sí. En sus altos designios, nos la colocó en un pedestal
de heroísmo para que nos sirviera de ejemplo a todos.
A pesar de sus pocos años de vida religiosa, 17 tan solo,
consiguió hacer de su vida sencilla, entregada día a día
a la asistencia a los enfermos, un ofertorio vivo hasta
llegar al acto supremo de caridad y amor de Dios, al dar
la propia vida, cuidando con solicitud de madre a los
afectados por el cólera,
consumando así su sacrificio.
SOR DOSITEA ANDRÉS. CIEN AÑOS DE SU MUERTE . Pdf
UNA CHESTANA DESCONOCIDA.
ARTICULO DE UN SOBRINO NIETO. PDF
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